Árabe: Dal-fil, China: lai, Hawai: mai-pake, Hebrea: Tsara’ath, Hindu: vat-ratka, Islandia: likprar, Japón: tsumi, Malayos: kusta
También ha tomado otros nombres de acuerdo a diferentes países, culturas y épocas históricas como “mal de San Lázaro”, malum mortuum, ladrérie, mal de loup, mezaelerie, alborozo, alvaraz, guafem, landre, hanseniasis virchowiana, gafedad, mal rojo de Cayena, enfermedad de Crimea y gangrena seca y a quien la padece se le ha denominado leproso, lazarino, lazaroso, malatos, manetas, gafo, cagot, cacot, colliberts, crétins, gavaches, agotes, homines de lége, crestats, kakods, ladres, metsorá o mesel.
La lepra ha acompañado a la humanidad desde hace miles de años y ha sido considerada como una de las más despreciables y temidas enfermedades y quien la padece ha sido confinado al aislamiento. Su origen se cree que fue en la India alrededor del año 600 a.C., por descripciones en las obras de Susruta y Charaka, dos médicos hindúes. De allí se propagó a China donde se menciona en los Anales de Confucio, posteriormente aparece en Japón y Hawai. Los soldados de Alejandro Magno la llevaron a Grecia y África, lo propio hicieron las tropas de Pompeyo cuando ingresaron a Roma en el año 62 a.C. después de la campaña en el Asia Menor. Por su parte, los Vikingos propagaron la enfermedad desde Inglaterra hasta el Norte de Europa y fue traída a América por los españoles, portugueses y esclavos del África Occidental. Este recorrido es denominado como “la ruta histórica de la lepra”.
El origen de la enfermedad se asoció con la corrupción de cuerpo y alma, con el pecado, era un castigo divino, como lo ilustran el libro del Levítico y el Pentateuco.
Libro del Levítico 13, 1-2.44-46:
El Señor dijo a Moisés y a Aarón: «Cuando alguno tenga en la piel un tumor, una úlcera o mancha reluciente, y se le forme en la piel una llaga como de lepra será llevado al sacerdote Aarón o a uno de sus hijos sacerdotes. Se trata de un leproso, y el sacerdote lo declarará impuro. El leproso llevará las vestiduras rasgadas, los cabellos revueltos y la barba rapada, e irá gritando: “¡Impuro, impuro!” Mientras le dure la lepra, será impuro. Vivirá aislado y tendrá su morada fuera del campamento».
Areteo de Capadocia, médico de principios del siglo II, la llamó leontiasis por el aspecto de facies leonina que adoptaba el rostro y las destrucciones óseas e impulsado por las descripciones hechas por Hipócrates. Fue el primero en describir las formaciones nodulares en la piel que llamó “Tubérculos”.
El árabe Abulcasis describe cuatro variedades de lepra: leonina, elefantina, serpentina y vulpina. Sus descripciones sobre la alopecia, la pérdida de voz, las úlceras corporales, la destrucción de la nariz y la destrucción de extremidades son muy precisas. Otra descripción clásica de la lepra se le atribuye a Gilberto Anglicus famoso médico que participó en la III cruzada en su texto “Compendium medicinae”.
La lepra se convirtió en un problema de salud pública y ante el desconocimiento de la etiología de la enfermedad y el temor del contagio, se crearon leyes que obligaban a denunciar ante las autoridades a todos los infectados, éstos eran aislados y considerados muertos en vida. Estas medidas al parecer tuvieron un efecto contrario al deseado porque los enfermos se escondieron ante el riesgo de ser separados de sus familias y que se les quitaran sus propiedades, lo que ocasionó un contacto más prolongado con personas sanas. Fue tan grande el pánico ante la enfermedad, que en algunos testamentos de la época se solía incluir una cláusula que decía: “Quienes no cumplan esta voluntad sean destrozados por la lepra”, era el peor castigo y la mayor maldición que se le podía desear a cualquier persona.
Aceite de Chaulmoogra
Desde 1941 se inicia el tratamiento con Sulfona, gracias a los reportes de Guy Faget y Hillary Ross en Carville y John Lowe en Nigeria quienes demostraron que era la forma más activa contra el bacilo, menos tóxica, más fácil de sintetizar y podía administrarse por vía oral, y desde entonces el D.D.S. (Diamino – Difenil – Sulfona) o dapsone fue utilizado como medicamento de elección.
En 1960 Charles Shepard demostró que el bacilo se podía cultivar en la almohadilla plantar del ratón lo que permitió realizar pruebas de sensibilidad y resistencia a las drogas. En 1968 Waldemar Kirchheimer y Eleanor Storrs, lograron reproducir la enfermedad en el armadillo de nueve bandas (Dasypus novemcinctus) lo que se constituyó en un gran avance en el estudio biológico de la micobacteria. Desde 1964 se hizo necesario la búsqueda de tratamientos alternos y no fue sino hasta 1981 cuando se inició la terapia multidroga con tres medicamentos: Rifampicina, dapsone y clofazimine con tasas de curación de más del 80%. Otros medicamentos que son utilizados en la actualidad incluyen la ofloxacina y la claritromicina.
Actualmente se detectan 900.000 casos nuevos por año y se calcula que existen más de 7 millones de enfermos en el mundo, siendo la India el país más afectado con el 80% de la concentración de enfermos en el mundo. En 1999 la Organización Mundial de la Salud dio inicio a la Alianza Mundial para la Eliminación de la Lepra con el objetivo de erradicar la enfermedad definitivamente antes del año 2005, objetivo que no ha sido cumplido.
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